Antes de leer este texto por favor respira hondo. Busca un lugar cómodo, siéntate. Ha pasado un día de que nos enteramos que El Mijis fue electo para Diputado en la Cámara baja en San Luis Potosí.
Mucho se ha hablado de Pedro César Carrizales Becerra, alias El Mijis que, lamentablemente; no se habla de su labor social que le ha dado la victoria para la diputación en SLP. Se habla de él por haber sido líder de pandillas y ser todo un chavo banda.
El problema no es realmente que él, en específico, haya llegado a un puesto gubernamental en México. Ni siquiera el problema es que con el cambio electoral que se vivió los días pasados, se hayan optado por algunos representantes que no deberían tener lugar; así como otros tantos que no resultaron electos. Sí, me refiero a Mayer y a Kumamoto, respectivamente. Pero ese es otro tema.
A mí me gustaría contarles algo más, cómo decirlo, social. El foco de atención que cayó sobre el Mijis fue un detonante que, más que abrirnos los ojos, nos cubrió la sombra de la doble moral (y sí, el clasismo). Juzgado, señalado y criticado fue el Mijis ¿por qué? Simple, su apariencia de chavo banda, sus tatuajes y su forma de expresarse. Lo más gracioso es que fue juzgado por personas que no viven en San Luis Potosí; por mexicanos que no han estado al tanto de su trayectoria en su labor social.
El Mijis tiene 37 años, desde el 2002 creó un colectivo que en 2003 se convirtió en asociación. Se trata del “movimiento Popular Juvenil”; que tiene como objetivo ayudar a los chavos en situación de calle y lucha por sus derechos y la no discriminación. Lleva más de 16 años luchando en la búsqueda de oportunidades para una minoría marginada que ha estado presente siempre en la historia de México. Actualmente, ha logrado tener más de 240 pandillas dentro del movimiento en SLP.
En la actualidad vivimos en una sociedad con mayor libertad de opinión, en donde “entran todos”, o al menos así pareciera. Recientemente pudimos ser parte de un acontecimiento histórico dentro de la marcha LGBTTTIQ en la CDMX; en donde aficionados del futbol se reunieron en el mismo lugar donde, desde hace 40 años, se lucha por los derechos sociales de la comunidad del arcoíris. Entre dimes y diretes, mucho se dijo de «la gran convivencia» que se vivió entre estas culturas sociales; aunque también se lograron ver algunos videos en donde los aficionados al balón gritaron su clásico y machista «eh ̶p̶u̶t̶o̶». Pero bueno, ahí no se trataba de clasismo; de la lucha de clases en la cual pareciera que nos seguimos rigiendo entre mestizos, blancos e indígenas.
Y ahora de seguro pensarás qué tiene que ver eso con El Mijis. La respuesta es sencilla: Seguimos discriminando minorías. El Mijis causó impacto por su ornamenta; por cómo se ve y cómo se expresa. Al nuevo diputado de SLP le cayeron las críticas en las redes sociales.
Para ser 2018 a mí me sigue impresionando que sigan existiendo estos estigmas sociales. Las culturas juveniles en México han existido desde el recuerdo de los tiempos. Entre los cholos, los punks, los chavos banda, entre otras alteridades urbanas; hemos visto la evolución de una juventud que busca la identificación entre las generaciones. Y no era para menos, México ha sido espectador de diversos conflictos sociales entre el gobierno y las generaciones juveniles, solo basta hacer un poco de memoria histórica.
Y a pesar de todo esto y de que la historia siempre –en teoría– nos debería servir para tomar decisiones correctas en nuestro futuro, pareciera que no lo estamos haciendo bien. Seguimos viviendo en un país en donde se lucha por el aborto legal pero se discrimina por tener tatuajes y ser chavo banda. Un país donde se lucha por los derechos de algunos pero se señala a otros tantos sin ni siquiera saber por qué están donde están. Así es México, un país inclusivo en donde apesta la doble moral, donde se acepta todo siempre y cuando no afecte nuestros estereotipos.
Soy estudiante de la UNAM, de la licenciatura en ciencias políticas, vivo en una colonia popular de esta ciudad, tengo 23 años, me concibo como un joven, no me defino en algún grupo juvenil como «skato», «cholo», o «reguetonero», trabajo leyendo poesía en los camiones, en las chambitas que salen de repente […], ya seamos «emos», «punketos», «skatos», lo que sea, todos somos pobres, todos somos jodidos, yo no conozco a ningún rico que sea «emo», o «cholo», o «skato». –Joven Urbano, México D.F. «Los Jóvenes en México» (Reguillo, 2010).
Te imaginas a un diputado y lo visualizas en traje, zapatos lustrados y el cabello impecable. Así nos los han pintado, así nos venden una imagen limpia y honesta que termina en el robo de millones de pesos mexicanos; mismos que jamás llegan a estar en la cárcel y salen libres bajo condiciones políticas que no conocemos.
Duele saber que las juventudes mexicanas seguimos viviendo en una burbuja enorme en donde entran todos; sí, entran todos siempre y cuando queramos que entren. Pareciera sencillo poder congeniar con todas las ideas (alejándome de la situación electoral que hemos vivido en este primer semestre del 2018). Pero lamentablemente no estamos conscientes de que existe una gama enorme de formas de vivir, vestir y pensar en nuestro país.
Aunque a muchas personas les parezca ajeno e ilógico, estoy seguro que muchos otros más podremos congeniar más con él; un joven rehabilitado que ha aportado más de lo que en su momento le quitó a la sociedad. Aquí entra también el trabajo que cuesta un proceso de reinserción social.
Esta opinión no se encamina al por qué ha llegado este personaje a la política mexicana; sino que quiere, en conjunto con El Mijis, hacer “Un Grito a la existencia”; el proyecto que abandera el potosino en la lucha contra la discriminación de los chavos banda. Muchos de nosotros siempre juzgamos y juzgaremos sin conocer las situaciones de los demás. A otros tantos nos falta un poco de empatía. Yo, en lo personal, considero que nos falta ser comprensivos; adentrarnos a nuestra sociedad y dejar de pretender que las minorías no existen.
¿No se trata de eso, entonces? De ser incluyentes, de ser tolerantes; de formar parte de una evolución social mexicana en donde la transformación social crezca para bien. El Mijis representa una minoría que gracias a él podrá ser escuchada. Estamos hablando del barrio mexicano que siempre ha existido y que hoy, con la cara de la democracia; se encuentra representado en la Cámara baja de San Luis Potosí.