La Ciudad de México arropa una vez más una historia ennegrecida por el infortunio de sus supervivientes; con olor añejo, tal vez caduco.
Extraño pero verdadero es la película que abre el 38º Foro Internacional de la Cineteca, que alberga las propuestas cinematográficas que difícilmente tendrán espacios garantizados para su exhibición comercial. Su sello es presentar cintas arriesgadas, propositivas y hasta transgresoras; en su manufactura, en su narrativa.
Jonathan y Yesi son dos jóvenes enamorados en silencio. Trabajan en el sistema de recolección de basura de la CDMX bajo las órdenes de su jefe, el “Maestro Limpio”. Una noche de trabajo, encuentran un cadáver con mucho dinero entre sus pertenencias, hecho que cambiará el transcurso de las horas poniendo a prueba la resistencia de todos.
Dirigida por Michel Lipkes (Malaventura, 2011), Extraño pero verdadero es la nueva representante de la observación, de la paciencia, del simbolismo y de la fotografía excelsa. Es una película temeraria pero ensuciada por los lugares comunes, por los estereotipos, las actuaciones rígidas y no espontáneas; pero sobre todo, por la capital mexicana.
El ex Distrito Federal se consolidó como histrión de nuestro cine por allá de los 2000. Después, varias películas han surgido con éxito desde la provincia, con apoyos del IMCINE o de manera independiente pero con el respiro creativo que te ofrece el estar lejos de la “Ciudad”. Cuando la atmósfera se entromete por encima de los diálogos in-creíbles y la tardanza de los actos, sabemos quién es el intérprete del contexto; es fatigante “entender” que las cosas suceden porque es la Ciudad de México.
Si el toncho, el perico, el abuso sexual y las víctimas de la violencia son parte ya de nuestra idiosincrasia. ¿Porqué no contarlo fuera de la CDMX?
Se “intuye” que allí nació la idea, que el argumento no funcionaría en otro lugar; que las historias de amor y crimen en el cine negro suceden en la urbe. Pero la basura fácilmente la tiramos en todos lados, y de igual manera en todos lados nos es muy difícil levantarla; ahí, parte de la descomposición de toda una nación. A pesar de que los tiraderos que están situados en la periferia de la ciudad con el Estado de México conforman el hábitat donde sucede gran parte de las acciones, y no su arquitectura gris y brabucona, es el aroma chilango lo que empuja a no lograr arrancar a los personajes del patrón de ciudadano vulnerable, marginal y salvaje que ya hemos visto infinidad de veces. Interesante sería probarla en otro entorno y con otros olores, bajo el mismo oficio y los mismos colores.
La película es potente, presenta caras nuevas como la de Itzel Sarmientos y a un Kristyan Ferrer en el top tres de los mejores actores mexicanos desde hace ya algunos años, una joven pareja enamorada en un mundo donde ya nada sirve. La fotografía y cada frame de Gerardo Barroso es memorable, gran parte de la historia nos es contada más por su iluminación y composición que por los propios personajes. El “Regalo de Dios”, carrosa fúnebre de los sueños, del deshecho, de lo inservible; fiel cómplice de toda road movie. Un guión atropellado, pero de un director fresco, propositivo y leal a su estilo. Un cine sin censura, siempre aplaudible y necesario.
Nuevamente buen tiro de Piano, estudio creativo y distribuidora mexicana que apuesta justamente por proyectos distintos, esos que nos ponen en la mira internacional. Varias son sus virtudes, varios sus desencuentros; Extraño pero verdadero es el capricho de su humilde espectador y cinéfilo de corazón. En fin, yo solo estoy tirando la basura.
Por Carlos Rodríguez.
EXTRAÑO PERO VERDADERO / Dir. Michel Lipkes / México 2017 / 92 min. / Ficción / Axolote Films
