A veces, dentro de todo lo malo, existen cosas positivas que pueden ser rescatables. Una de ellas es el asombroso descubrimiento que la zona arqueológica de Teopanzolco ha sido protagonista. Pero a ver, comencemos con un poco de historia –que la verdad es que no nos vendría nada mal–
Vale la pena comenzar diciendo que referirse como “pirámide” a las ruinas arqueológicas que existen en México, no deberían considerarse como tal, puesto que no cumplen con todas las características arquitectónicas que una pirámide exige. Por eso mismo, queremos referirnos a la zona arqueológica de Teopanzolco como un teocalli, que en náhuatl se considera como un recinto en honor a cualquier Dios mesoamericano; por lo tal, no es una pirámide.
“El lugar del templo viejo” o como nosotros lo conocemos, Teopanzolco, es un sitio arqueológico que se ubica en la capital guayaba, en Morelos. Para quienes son más asiduos de la historia, saben que nuestro antecedente es la cultura Tlahuica. El adoratorio –o mejor dicho, teocalli– de Teopanzolco, es un monumento consagrado a Huitzilopochtli (Dios de la Guerra) y Tláloc (Dios de la Lluvia).
La estructura, que muchos morelenses ya tenían olvidada, vuelve a ser noticiosa por culpa del movimiento tectónico ocurrido hace casi ya un año, y te queremos contar por qué.
Con el pasado terremoto que tuvo como epicentro la zona sur de Morelos; edificios relativamente nuevos, iglesias, monumentos y casas, fueron las que se vieron afectadas por este fenómeno natural. No era de esperarse que a la estructura con tanta historia, no le hubiese pasado nada.
El 19S ocasionó que el piso de ambos templos –que se encuentran en la superficie– se hundieran e inclinaran; poniendo su estabilidad en una condición delicada (lamentablemente). Esto provocó que en ese mismo teocalli, dedicado a antiguos dioses mesoamericanos, se encontraran vestigios de un viejo templo en el núcleo de la misma construcción; que también está dedicado al Dios de la Lluvia.
Esto significa que la historia de Teopanzolco es más vieja de lo que imaginamos. Así es, con el nuevo descubrimiento, los expertos revelaron que el templo encontrado data del año 1150 d.C.; por lo que el posicionamiento del teocalli en la línea del tiempo se recorre 240 años para atrás.
Qué curioso, ¿no? Uno piensa que la historia ahí está y que es estática. Cosas como éstas nos podrían resultar increíbles –y a otros tantos un poco confusa–, pero también nos vuelve a meter la chispa de investigar un poco más acerca del lugar donde vivimos.
Recordemos que no somos los primeros –ni los últimos– en habitar las tierras que ahora conocemos por Morelos. Que siempre estamos en movimiento y que a nuestro mismo ritmo, se puede ir corrigiendo y aumentando la historia; la misma que tanto nos ayuda para saber quiénes somos, y de dónde venimos.