Hace quince años en el corazón de Jáltipan, Veracruz, dio inicio un proyecto musical inspirado por un ave sagrada para los nahuas.
Me refiero a Los Cojolites, un grupo de son jarocho tradicional, integrado por jovencitos entre 12 y 15 años de edad. El responsable de la noble empresa fue el incansable promotor cultural Ricardo Perry, a quien tuve el gusto de conocer en la apertura del hoy extinto foro cultural multidisciplinario Alberca Artes A.C., una tarde lluviosa en la ciudad de Cuernavaca, en 2002. En esa ocasión se presentaban por primera vez en Morelos, con muchas expectativas en torno a su trabajo artístico, que había alcanzado notoriedad en el mundo de la autogestión independiente e incluso más allá de nuestras fronteras, con comentarios favorables de la crítica especializada en la World Music, gracias a sus presentaciones en importantes festivales en Estados Unidos y Europa, siendo en ese entonces el único grupo mexicano en presentarse en el popular festival WOMAD. Incluso se llegó a mencionar que el grupo jarocho había sido elogiado por Peter Gabriel y que era muy probable que firmaran con el reconocido sello británico Real World.
En esas fechas, Los Cojolites presentaban su álbum debut «El Conejo» y una pieza del mismo disco había sido incluida en la banda sonora de la película «Frida», cinta ganadora del Óscar por su música. Con todo lo anterior a cuestas, sus integrantes: Noé González Molina, requinto jarocho y voz; Nora Lara, bailadora; Benito Cortés Padua, jarana tercera, voz; Esteban Gonzalo Vega Hernández, jarana y voz; Joel Cruz Castellanos, leona y voz; y el pequeño Noé González Lara, voz; bajo la dirección artística del incansable Ricardo Perry, se concentraron en lo que más les apasiona: la creación musical y la gestión cultural, dedicando varias horas de ensayos y de trabajo en el espacio comunitario de Jáltipan, Veracruz, reconocido como el Centro de Documentación del Son Jarocho, lugar que ofrece una amplia oferta en talleres de zapateado, clases para aprender a tocar jarana y leona, así como de fabricación de instrumentos tradicionales.
Con estas actividades, podemos confirmar la importante labor de rescate, conservación y difusión de la tradición oral heredada de generación en generación, logrando de esta manera, captar la atención y la participación entusiasta de muchos niños y jóvenes nativos de diversos poblados circundantes. Se dice que hoy en día, existen cerca de 200 grupos jaraneros en la región del sur de Veracruz.
Los Cojolites le cantan a su entorno y comparten su preocupación por mantener vigente el legado musical de sus antepasados, combinando acertadamente diversos instrumentos como el cajón peruano, las kalimbas africanas, la calabaza, el yembé y la batería, obteniendo nuevas sonoridad que le dan un toque muy distintivo a su música. Su lírica nos manifiesta los problemas del mundo contemporáneo en su peculiar estilo de decir las cosas.
La versatilidad del grupo es otra faceta que han demostrado plenamente al compartir el escenario con lo más representativo del movimiento jaranero y con agrupaciones de otros estilos musicales como: Ozomatli, La Maldita Vecindad, Panteón Rococó, Eugenia León, Lila Downs y Los Dorados. No cabe duda, con el paso de los años, el grupo ha consolidado su propuesta, al mismo tiempo que posiciona su proyecto cultural de conservación del son jarocho, género musical que hoy más que nunca, ejecutado por Los Cojolites, suena vigoroso y renovado, despertando el interés de nuevas audiencias ávidas de fandango.
Con presentaciones en todo el país y en el extranjero, Los Cojolites encabezan la nueva ola de músicos fandangueros de México, retomando la estafeta de influyentes grupo como Mono Blanco, Grupo Estanzuela y Son de Madera, con la diferencia de que Los Cojolites iniciaron como un grupo integrado en su totalidad por jovencitos. Advirtamos que a partir del gran interés mostrado por el público que gusta de la música tradicional jarocha, se ha provocado que muchos músicos extranjeros visiten Veracruz, con la intensión de conocer esta manifestación cultural y poder aprender algo de su riqueza, entre ellos Zack de la Rocha, cantante del grupo de rap/metal norteamericano Rage Against the Machine, quien pasó varias jornadas en nuestro país, llegando a tocar con Los Cojolites y otros soneros importantes de la región. En youtube se pueden apreciar varios videos, producto de estas asociaciones musicales. En ese contexto, las redes sociales también han jugado un papel decisivo para posicionarse con otros públicos y conseguir que sean conocidos cada vez más, alcanzando notoriedad en el circuito de festivales culturales nacionales y extranjeros.
Quizá, la continuidad fonográfica ha sido un poco lenta, si consideramos las pausas que se han dado para componer y editar su material, siendo hasta 2008 cuando nos sorprendieron de nueva cuenta con el álbum «No tiene Fin», que incluye la participación de Lila Downs, sobresaliendo los temas: «Señor Presidente», «El Camotal», «El Son Sin Fin», y «Los sueños Buenos y Malos»; esta última pieza incluye un emotivo fragmento del Subcomandante Marcos.
Entre las actividades destacadas de Los Cojolites vale la pena recordar su excelente actuación en el Festival Colmena, celebrado en Tepoztlán, Morelos, en junio de 2008. Dicho festival tenía como cabeza de cartel al grupo islandés Sigur Rós; sin duda, una experiencia que pudo ser histórica por el maravilloso escenario natural y por lo ecléctico de los grupos que se presentaron, pero los problemas de logística y planeación de los organizadores (2 Abejas) dejó mucho que desear entre los cientos de jóvenes venidos de diferentes partes del país, que se desplazaron al pueblo mágico para vivir la gran experiencia.
La agenda de presentaciones en México, Europa y Estados Unidos ha incrementado notablemente, penetrando mercados y audiencias nuevas que actualmente ubican a Los Cojolites como uno de los actos de música tradicional más representativos de México.
Durante 2009 y 2010, el grupo se comprometió de lleno con la producción de su tercer disco titulado «Sembrando Flores» grabando la totalidad de los temas en Los Ángeles, Calfornia. Se proyectaba presentarlo a finales de 2011 en la ciudad de Cuernavaca, pero por cuestiones ajenas a la agrupación, el evento se pospuso para el 9 de marzo en la Casona Spencer, espacio privilegiado para el arte popular y las expresiones emergentes que hacen que la ciudad mantenga ese espíritu de creación y creatividad artística en tiempos de incertidumbre y miedo derivativo.
En esta visita, Los Cojolites ofrecieron talleres para aprender a tocar instrumentos como la jarana y la leona, y clases de zapateado. Además, se proyectaron videos documentales de los fandangos y eventos representativos de Jáltipan y Cosoleacaque, cerrando las actividades con un emotivo concierto que reunió 15 años de historia musical, sin omitir las piezas que se incluyen en su más reciente material «Sembrando Flores».
Otra gran noticia, que nos indica el gran momento por el que pasan, es su participación en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fueron aclamados por el público; después en San Miguel de Allende y cerrando sus presentaciones, de manera espectacular, en Cumbre Tajín 2012, abriendo la segunda jornada de actividades del encuentro de identidad, realizado del 17 al 21 de marzo en el parque Takilhsukut, en la zona arqueológica de Tajín y en Papantla, Veracruz, en donde también participaron Björk, Caifanes, Sinead O´Connor, Café Tacuba, Sonidero Mestizo y Hoppo!, proyecto musical de Rubén Albarrán.
REFERENCIA
El texto anterior apareció publicado originalmente en la revista cultural «La Piedra» en abril de 2012.